Romain Rolland by Stefan Zweig

Romain Rolland by Stefan Zweig

autor:Stefan Zweig [Zweig, Stefan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Memorias, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1921-01-01T05:00:00+00:00


IX. OLIVIER

Juan Cristóbal es la imagen del artista. Pero cada forma y cada fórmula del arte y del artista ha de ser, necesariamente, parcial. Por eso Rolland le opone nel mezzo del camin, el tipo opuesto. Opone al alemán un francés, y al héroe de la acción, el héroe del pensamiento. Juan Cristóbal y Olivier son figuras complementarias que se atraen forzosamente por la profunda ley de la polaridad; eran muy distintos uno del otro, pero se querían por esa diferencia, porque eran de la misma especie —de la más noble. Olivier es tanto la esencia de la Francia espiritual, como Juan Cristóbal es fruto de la mejor fuerza alemana; son ideales creados comúnmente con un fin sublime. Armonizando como mayor y menor agotan, en forma más dura o más suave, el tema del arte y de la vida en las más hermosas variaciones.

En su aspecto exterior, sus contrastes son muy pronunciados, corporal y socialmente. Olivier es pálido, enfermizo, delicado, y no surge, como Cristóbal, del terruño de su pueblo, sino de una burguesía vieja y agotada, y su alma, con toda su fogosidad, tiene un aristocrático temor vital de todo lo ordinario. Su vitalidad no es producto, como en el caso de su robusto camarada, de un exceso de fuerza, de músculos y sangre, sino de nervio y cerebro, de voluntad y pasión. Es más receptivo que productivo. Era yedra y tenía que adherirse, un alma femenina que siempre debía amar y ser amada. Huye de la verdad hacia el arte, mientras que Juan Cristóbal se precipita al arte para encontrar en él la vida multiplicada. En el sentido de Schiller, es Olivier el artista sentimental, en contraposición al genio cándido de su hermano alemán. Es la belleza de una cultura, símbolo de la vasta cultura y el genio psicológico de Francia. Juan Cristóbal, en cambio, es el ejemplar magnífico de una naturaleza. Olivier es la contemplación, su amigo es la acción. En aquél todo se refleja, mientras que el genio ilumina al mundo. Transporta todas las fuerzas que extrae de la acción al pensamiento. Él produce ideas y Cristóbal vitalidad, no quiere enmendar al mundo sino a sí mismo. Se conforma con llevar a cabo, dentro de sí, la lucha por la responsabilidad, y observa sosegado el juego de los tiempos con la dolorosa sonrisa escéptica de su maestro Renán, que de antemano conoce la repetición indefectible de todo lo malo y la perpetua victoria de la injusticia y de lo falso. Por eso, sólo quiere a la humanidad, que es una idea, y no a los hombres, que son su realización insuficiente.

A primera vista aparece como un ser débil, tímido y pasivo, y así lo ve también, al principio y casi irritado, su amigo. Pero ¿no puedes odiar?, le pregunta con su característica violencia. No, contesta Olivier sonriente. Odio al odio. Detesto luchar contra personas que desprecio. No transige con la realidad. Su fuerza es la soledad. No formo parte del ejército del poder, pertenezco al ejército del espíritu.



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